¿Q'vole?, ¿Sorprendidos por mi sonrisota?, no sé si alguien se de cuenta pero casi no sonrío en las fotos, no muy me gusta (así hablo y qué). Pues aquí tienen un raro ejemplo de sonrisa de sandía de oreja a oreja gracias a la pesca. De muy niña mi padre me llevaba a pescar muy seguido. Aprendí a hacer nudos, a lanzar bien, a hacerlo fino con hilos delgados (se complica la cosa)...
Por años recorrimos distintos estados circundantes del D.F. pescando y comiendo toda variedad de platillos con base en pescado de agua dulce. Un buen día comenzó a aburrirme tanto sigilo... tanto silencio... parece que la pesca es cosa de viejos o al menos de almas viejas, de pacientes, de "pensativos pero no tanto porque hay que estar al tanto", entonces seguí acompañando a mi padre en los viajes pero yo en vez de caña atendía libros... sepa cuántas novelas me soplé a la espera del atardecer entre bosques y lagos.
Después de las novelas los viajes cesaron, no más Puebla ni Estado de México ni Hidalgo ni nada. Comenzé a hacer Hip Hop, terminé la prepa, entré a la universidad... los fines de semana pasaron a ser propiedad de Magisterio y de los torneos de Tae Kwon Do, comenzó el desvelo, me fui lejos de casa pero esta vez definitivamente (antes, muchas veces, cambié de casa, de ciudad, de pueblo... pero siempre regresaba).
Ayer mi padre y yo volvimos a pescar después de tanto tiempo... se unieron Eric y mi hermano Henoc para hacerla de rookies en el asunto. El resultado fue esta gran sonrisa, un preludio al festín con mezcal Santiago (el nuestro, el único), pescado fresquísimo acompañado de paella de la huerta cocinada en la casa de San Bernabé, romero recién cortado con holor profundo a mi hogar, tinto riojano y el turco con cardamomo que sólo mi padre hace así de bien (mi tío, que en paz descanse, reclamaría al respecto... pero esa es tinta de otra hoja)...
Esto es, creo yo, vivir profundamente... aunque parezca tan insignificante...
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